Periódico "El Raval"

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viernes, 5 de noviembre de 2010

La fuerza moral del Raval

Vivimos tiempos de desmovilización. Los partidos, los sindicatos, las asociaciones de vecinos, incluso las asociaciones de padres encuentran dificultades para reunir a ciudadanos dispuestos a arrimar el hombro en tareas comunes. Llegan constantemente mensajes pesimistas que transmiten la idea de que aquí todo el mundo va a la suya, que la corrupción, la avaricia, la ambición, son los motores que mueven el mundo. Parece que avanzamos alejándonos de valores como la solidaridad, la unión que hace la fuerza, el trabajo voluntario, la construcción compartida de una realidad más justa, más humana. Como si el individualismo fuera la táctica personal más inteligente. Votamos y esperamos que los votados trabajen por nosotros en el bien común y, cuando los resultados no son los esperados, clamamos descontentos contra ellos sembrando la idea de que todos son iguales.
Pero sabemos que no es así. Sabemos que la tarea de construir una sociedad mejor no puede delegarse en los políticos y mucho menos encomendarla a una pretendida libertad de mercado que por sí misma optimizará las cosas. La sociedad será mejor en la medida en que el tejido asociativo sea potente, tupido, participativo. En la medida en la que los ciudadanos asuman, por ellos mismos, la tarea de hacerla mejor. Una sociedad sin tejido asociativo es una sociedad abandonada a los avatares de intereses políticos, económicos y de grupos de presión. Una sociedad movilizada es una sociedad a la que no se puede engañar, una sociedad vigilante, preparada, activa.
Por eso, por más que resulte irritante a los contumaces cantores de los desastres del Raval, este barrio tiene su mayor activo en la actividad incansable de una red de entidades de todo tipo que, trabajando en campos muy diferentes, construyen un tejido asociativo envidiable y envidiado.
La reciente presentación de un documento en el que más de un centenar de entidades del Raval (y seiscientas más de fuera del barrio) reclamaban a los representantes políticos de la ciudad un compromiso contra la xenofobia, y la próxima celebración del Festival Cultural Raval’s, son dos ejemplos de ello.
En el primero de los casos, resulta alentador que desde la base social se lance un grito ético contra el avance del discurso xenófobo. Un grito de la base social hacia las cúpulas, de los ciudadanos hacia sus representantes. Eso es salud democrática y debería ser más frecuente. Pero aún más alentador que ese hecho, es que las 15 entidades que han elaborado el documento pidan el apoyo de las demás entidades del barrio y lo reciban de forma tan absolutamente mayoritaria. Aquí se ha lanzado un grito potente, como en Fuenteovejuna, «todos a una». Y eso, no solo alienta el grito, que lo alienta dándole más fuerza, sino que alienta a todas las entidades a las que envía un mensaje: cuando nos necesites para una causa justa, allí estaremos «todos a una» para apoyarte.
En el segundo de los casos, el Festival Raval’s, las calles y plazas serán testigos, y beneficiarios, del esfuerzo organizativo de las entidades del barrio. Y no solo del esfuerzo, sino también de su talento, de su capacidad. Un programa tupido de actos, de demostraciones, talleres, actuaciones, muestras...Un programa en el que se expresará la diversidad cultural que habita el barrio, en el que se expresarán quienes lo protagonizan para disfrute de quienes lo contemplan, en el que se invitará a la participación de todos los vecinos. Una forma magnífica de «hacer barrio».
Es de justicia subrayar la aportación en ambos casos de la Fundació Tot Raval. Su labor de impulso y coordinación está ayudando hace algunos años a innumerables personas que participan en cientos de entidades del barrio. El equipo humano de esta organización es envidiable. Eficaz y trabajador, acomete tareas de acompañamiento a muchas entidades, ayuda en temas de coordinación, facilita contactos, apoya iniciativas, asesora y, cuando hace falta, cubre las carencias de entidades pequeñas en los aspectos de su trabajo que no alcanzan a resolver. Y también es de justicia (aunque no acostumbremos a ello en este periódico) destacar en ese equipo a su directora Nuria Paricio. Una mujer comprometida, volcada en su pasión por el Raval y por su fe en que la unión de esfuerzos nos hace más fuertes a todos. Personas como ella son las imprescindibles si queremos construir un barrio más fuerte para combatir los problemas de la pobreza y la centralidad que afectan al Raval.
Nuestro periódico es uno más en esa tupida red de entidades que trabajan en el barrio y, por supuesto, no tiene ninguna vinculación ni organizativa ni comercial con la Fundación Tot Raval. Pero desde siempre hemos dicho que creemos en la fuerza de la unión de las entidades y que nuestra principal función es darles apoyo. Por eso, guste a quien guste y moleste a quien moleste, enviamos desde aquí este mensaje de apoyo y agradecimiento a la Fundación y a quienes en tantas otras entidades trabajan todo el año en el barrio y por el barrio. Gracias a todos.

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