Periódico "El Raval"

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sábado, 7 de diciembre de 2013

"EL RAVAL" Diciembre 2013. Número 236

"HILITOS" DE RECUPERACIÓN. Editorial del periódico "El Raval" de diciembre de 2013

Rajoy y todo el coro de ministros que le rodea, altos cargos de instituciones financieras, directivos de la banca, incluso el nuevo presidente del Cercle D’Economía, Antón Costas, hablan hace semanas de indicios de recuperación. A diferencia de los anteriores, éste último aclara que, para la gente, tal recuperación será muy larga y muy lenta y que la medida será la creación de empleo.

Hace un par de años que gobierna el PP. Quizás sea oportuno recordar que, en los momentos de la campaña electoral se oyó decir a mucha gente que votaría al PP por esta idea: «Estos son los que mejor saben cuidar de su dinero, son los que mejor sabrán sacar a España de la crisis». Ahora, con la perspectiva que da el tiempo y la observación de las medidas tomadas por Rajoy y sus ministros, podemos afirmar que la gente que así se expresaba tenía razón... en parte. Concretamente, en la primera parte: han sabido cuidar de su dinero. En solo dos años, el país se ha partido en dos. Si atendemos a los datos, la parte de la ciudadanía que tenía un alto poder adquisitivo, ha podido mantener más o menos los mismos niveles de consumo y renta. Así lo indican los datos referidos a la marcha del «mercado del lujo». Por otro lado, la inmensa mayoría de la población ha visto como la crisis barría a una velocidad impresionante su nivel de vida. Más de un millón de puestos de trabajo perdidos, notable recorte en los sueldos, bajada en el poder adquisitivo de las pensiones y un mercado laboral desastroso que genera ya más emigrantes que inmigrantes.

Los hilitos de recuperación, o los brotes verdes, o cualquier otra metáfora para referirse al proceso de regreso a los niveles de 2007 van a tardar décadas. Porque lo que ha sucedido es precisamente un retroceso en derechos de los trabajadores y las clases medias para que el país se equipare a los antes llamados «países en vías de desarrollo». El PP ha gestionado eficientemente el traslado de España desde el grupo de los países punteros al vagón de los países «competitivos», que es el eufemismo con el que se pretende suavizar la realidad: para el PP «un país competitivo» no es un país en el que se optimizan los avances en I+D+I, se protege y apoya la investigación y la cultura y se mima a un sistema educativo que garantice el futuro. Para el PP «un país competitivo» es un país en el que resulta fácil explotar laboralmente a un amplio mercado de trabajo en el que unas desesperadas clases trabajadoras están dispuestas a aceptar sueldos tercermundistas y trabajos poco cualificados. 

Pese a toda la retórica mentirosa del gobierno que sufrimos, los mortales sabremos que habrá empezado la recuperación cuando aumenten los contratos de trabajo tanto en número como en remuneración. Y punto. Todo lo demás son milongas. Y habremos salido de la crisis cuando en este país haya un 7% (o menos) de paro con contratos dignos.

Hasta entonces ¿qué podemos hacer?. Como votar no podemos hasta que se cumpla el plazo de cuatro años de condena al que la Constitución obliga (hasta que se actualice, que bien que la actualizaron para complacer a la banca) hay otras cosas que sí podemos hacer en esta situación extrema. Y las estamos haciendo. Estamos disparando los datos de la solidaridad ciudadana. Se están organizando y movilizando colectivos por todas partes. Se están enviando, a través de las encuestas, señales claras a los políticos. Y se están dando infinidad de pequeños ejemplos de solidaridad y apoyo mútuo no solo en las familias, también en los barrios, en las entidades y en todos los ámbitos de relación.

Ahora llegan las fechas de los gastos imposibles de eludir: cenas, fiestas, regalos... Sabemos que muchísima gente no podrá consumir porque ya no tiene ninguna capacidad para hacerlo; a duras penas les alcanza para intentar vivir sin que les echen de sus casas o les corten los suministros. Pero otros aún podemos hacer algunas compras y gastar algunos euros en estas fechas. A todos los que se identifiquen con esta situación lanzamos un mensaje: estas fiestas hagan todos sus gastos en los  locales del barrio. Que no se pierda ni un euro en hacer sonreir a los miembros de los consejos de administración de las grandes empresas y marcas mientras nuestros vecinos luchan a metros de nosotros por mantener a flote sus negocios. En momentos así todos nos necesitamos. Ellos, «los otros» ya han demostrado que saben «cuidar de su dinero», los que nos necesitan de verdad, están más cerca. Apenas a unas calles de distancia. Y nos ofrecen todo lo que necesitamos. ¡Felices fiestas! 

lunes, 25 de noviembre de 2013

ECONOMÍA DEL BIEN COMÚN

“Hay que limitar el poder económico de las empresas”

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Christian Felber, ideólogo de la economía del bien común. / Marta Jara
Christian Felber es el impulsor de la economía del bien común, una corriente que propone poner la economía al servicio de la ciudadanía, potenciar las empresas y productos éticos y medir el bienestar de las personas
“La característica más destacada de la construcción de la unión monetaria es la falta de democracia”
“Es un éxito ideológico el que el mercado aparezca como natural, cuando es en su totalidad creación del Estado”
Por Ana Requena Aguilar para eldiario.es
Christian Felber no es economista pero su propuesta, la llamada economía del bien común, tiene cada vez más adeptos. Sus ideas son sencillas y con un parecido razonable a las que desde otras corrientes de pensamiento heterodoxo han cobrado fuerza aupadas por la crisis y la búsqueda de alternativas: economía al servicio de la ciudadanía, medir el bienestar más allá de datos económicos, potenciar el comercio justo…
Este pensador austriaco propone, por ejemplo, un semáforo del bien común que sirva para identificar rápidamente cómo de ético es un producto o empresa. En Austria, están también poniendo las bases de un futuro banco del bien común, con las mismas funciones de una entidad financiera habitual pero guiado no sólo por la viabilidad económica, sino por su aportación a la sociedad. Y donde la palabra especular, claro está, estaría prohibida.
¿Qué es la economía del bien común?
Es un modelo económico completo alternativo, tanto al capitalismo como al comunismo, que describe la totalidad de los elementos clave de un orden económico. En Austria y Alemania, el 90% de la población desea otro orden económico porque el que actúa ya no está en sintonía con los valores que están en la Constitución y en los corazones de la gente. La economía del bien común es una economía de mercado ética, solidaria, democrática, humana, sostenible, justa y también liberal, en el sentido de que todos gocen realmente de los mismos derechos y libertades, también económicos.
¿Y es compatible con el sistema actual o es algo que hay que ir sustituyendo poco a poco?
No hay que cambiarlo todo, también sería una economía de mercado, también habría oferta y demanda, empresas y dinero. Pero algunos factores se modificarían, otros se intercambiarían por completo y otros se mantendrían iguales. Actualmente, el bien común es un efecto secundario posible pero no garantizado, y el crecimiento del capital es el objetivo supremo. Eso se invertiría: el capital sería un medio para el nuevo objetivo, que es el bien común. En la mayoría de las constituciones de los países democráticos se dice que el objetivo debe ser el bien común, y el capital, el dinero y el beneficio deben ser el medio para conseguirlo.
Entonces, más que una revolución, ¿sería una reforma del sistema?
Depende de cómo definas revolución; si la defines como una inversión de medios y objetivos, entonces sí lo sería.
¿Y sería compatible con el euro y la unión económica tal y como la conocemos ahora?
Yo diría que no, porque la característica más destacada de la construcción de la unión monetaria es la falta de democracia, y la característica del bien común es la construcción democrática del sistema económico. Sería impensable que a través de un proceso democrático se construya el euro de esta forma en la que está. Si el pueblo pudiera escoger entre varias alternativas, escogería otra forma de hacer las cosas.
¿Qué mide el bien común?
Los valores más importantes de una sociedad, la satisfacción de las necesidades básicas y los fines más importantes. Es algo que no está escrito en ninguna parte, sólo se puede averiguar de forma democrática mediante una consulta. El producto del bien común sería el nuevo indicador del éxito de la economía nacional. El pueblo decidiría en procesos democráticos desde abajo cuáles son esos valores y necesidades importantes a medir. La buena noticia es que, según la psicología y la ética intercultural, son prácticamente idénticas o sumamente convergentes en todo el mundo.
¿La gente decidiría qué es lo que hay que priorizar y medir?
Eso es. Nosotros proponemos que se hagan reuniones del bien común en los municipios y que se llegue a unos veinte factores para componer el índice de felicidad, de calidad de vida o del bien común municipal.
¿Cómo hacer que las empresas se guíen por el bien común y no por la búsqueda de beneficios?
Ya existe el balance del bien común mediante un ejercicio muy sencillo: el balance mide cómo la empresa aplica cinco valores, que son dignidad, justicia, solidaridad, sostenibilidad y democracia.
Pero cómo se mide, por ejemplo, la justicia o la solidaridad en una empresa, ¿qué se tiene en cuenta?
Hemos desarrollado una matriz donde formamos intersecciones entre los grupos de contacto –proveedores, clientes, trabajadores…– e indicadores del bien común que, de momento, son 17. Es igual que el balance financiero, lo mide la empresa, pero sólo tiene validez cuando tenga el aval de un auditor.
¿Y quién dice qué es lo que tienen que medir las empresas?
De momento, somos nosotros: la asociación privada de la economía del bien común. Pero queremos que esto se convierta en ley, igual que otras leyes que obligan a las empresas a que hagan balances financieros. Hasta ahora nos apoyan 1.400 empresas y 300 implementan ya este balance. Pero somos aún muy jóvenes, sólo tenemos tres años de existencia.
Dice usted que es liberal, pero esta corriente es una forma de intervenir en la economía, ¿no es así?
Intervencionismo es una palabra vacía. Hay que definir qué es liberal y qué es una intervención. Que el Estado te dé una licencia para abrir un negocio o un banco es intervencionismo. La ley que te obliga a hacer auditorías, o la propia propiedad privada, es intervencionismo. Sin embargo, solamente aquellas intervenciones que interesan no son consideradas como tales, se consideran naturales, propias del mercado, mientras que otras intervenciones del mismo Estado que no convienen las llaman intervencionismo estatal. Es una ofensa intelectual. Es un éxito ideológico el que el mercado aparezca como natural, cuando es en su totalidad creación del Estado. La única diferencia entre la economía del bien común y la actual es que las reglas del juego se harían en sintonía con los valores de las constituciones y no en contra.
Lo que propone tiene mucho de otras corrientes como el comercio justo o la economía feminista, ¿no le parece?
Sí, nuevo no contiene prácticamente nada, solamente junta conclusiones. Si existe el comercio justo o injusto, lo que hago es primar lo que nos interesa: el justo. La cuestión es qué nos interesa primar, si lo bueno o lo malo.
Por ejemplo, la economía feminista busca indicadores económicos alternativos para medir el bienestar de una sociedad más allá del PIB. ¿Su índice del bien común serviría para eso?
Sí. Además, la atención desequilibrada hacia lo monetario se puede considerar patriarcal. Tenemos muchos enfoques del feminismo y del ecofeminismo. Lo más importante para mí es la valoración relativa del trabajo reproductivo y la desvalorización relativa del trabajo productivo, por ejemplo, disminuyendo el máximo de propiedad privada y reduciendo el horario laboral medio para tener más espacio para el trabajo reproductivo, propio y social.
Proponen limitar la propiedad privada, ¿por qué?, ¿cómo lo harían?
No es propuesta política sino que demandamos que se debata en procesos democráticos descentralizados. ¿Por qué limitar la libertad a la propiedad? Porque en una sociedad verdaderamente liberal todas las libertades están limitadas, y la limitación de las libertades es la esencial liberal. A pesar de que todo el mundo está de acuerdo en que mi libertad acaba donde empieza la tuya, y lo practicamos en casi todos los ámbitos de la convivencia, una sola libertad, la de propiedad, es ilimitada ,y, si la cuestionas, te tachan de antiliberal y comunista. Hay que limitarla para que el poder económico de una empresa no pueda ser tan grande como para aplastar las libertades económicas de otras empresas y los propios derechos políticos.
Proponéis también otras limitaciones, ¿cuáles?
No habría ningún tipo de rendimientos del capital, los ingresos serían sólo a través del trabajo y no habría ningún tipo de especulación, ni intereses, ni dividendos. Limitaríamos la desigualdad máxima en los ingresos, el tamaño de las empresas y el derecho hereditario. El objetivo es liberal: que no haya ninguna sobreconcentración de poder. Las grandes empresas tienen demasiado poder, tanto en el mercado como en el ámbito político. Liberaríamos también a las empresas de la coerción de tener que crecer a través de absorber a otras, del canibalismo.
¿Limitarían la posibilidad de que las empresas hagan donaciones a partidos políticos?
Donaciones cero, o quizá mil euros por empresa, pero sí limitarlas para que no haya desigualdad y que no el más poderoso pueda dar más.

martes, 5 de noviembre de 2013

"LOS MOSSOS Y EL RAVAL" Editorial del periódico "El Raval" de Noviembre 2013

1.- Cuando terminó la dictadura de Videla y la información circuló sin las trabas anteriores, la sociedad argentina quedó totalmente impactada por el grado de crueldad al que se había llegado en las torturas a los insurgentes detenidos. No se podía entender cómo hombres, que por otra parte eran amantes esposos y cariñosos padres, habían llegado a tal punto de ensañamiento con los detenidos. Pero en un país como Argentina no tardó en encontrarse una explicación. Se acuñó el concepto de «síndorme del torturador» que explicaba el proceso de la siguiente manera:
Todo ser humano (excepto quizás los psicópatas graves) tiene un grado de empatía que le permite experimentar en sí mismo las emociones del otro. Uno puede registrar internamente la alegría del otro, y su tristeza y dolor también. Cuando el torturador comienza a infligir daño al detenido, experimenta en sí mismo un «displacer», un malestar. Como quiera que esa perturbación proviene de la percepción del sufrimiento del torturado, el torturador «siente» que su malestar es culpa del torturado y su ira hacia él aumenta. Con cada sesión, el torturador sube un peldaño de ira y odio hacia el torturado y así, peldaño a peldaño, llega a niveles que resultan absolutamente inhumanos, hasta que lo que tiene delante «deja de ser humano» y el torturador se siente aliviado.

2.- Durante décadas, tanto los policías nacionales como los miembros de la Guardia Civil destinados en Euzkadi procedían de otras regiones de España. Cuestión de seguridad. No podía haber policías vascos porque su arraigo, familiares y amigos les convertían en objetivos potenciales fáciles para ETA.  Así que llegaban policías que no conocían el territorio ni a sus gentes. Además, los allí destinados no podían, por las mismas razones de seguridad, hacer una vida normal. Nada de «potear» por los bares, ni de hacer amigos. Todo acercamiento era peligroso. De este modo, los miembros de las fuerzas de orden eran seres de vida extraña, sin contacto con la población, con hábitos de extremo recato, que percibían a todo el resto de la población como potenciales amenazas.Accedían a ir porque la paga era especialmente buena, pero solo podían estar allí un tiempo breve tras el que eran de nuevo retornados a sus regiones de orígen donde su vida, y la percepción de las personas a las que debían proteger, volvían a seguir un esquema de normalidad.

3.- El Raval, como Euzkadi hace años, es un territorio «peculiar». Está lleno de personas a las que, en ciertos círculos, se denomina con el despectivo término de «chusma». La chusma está formada por varios colectivos, todos ellos mucho más abundantes en el Raval que en otros barrios de la ciudad. Son los yonkis que acuden a la sala Baluard para seguir tratamientos de desintoxicación; los «sintecho» y mendigos; los inmigrantes pobres, con o sin papeles, pero pobres; las prostitutas y chulos; los vecinos miembros de las clases más bajas; los pequeños delincuentes dedicados al tirón, el sirleo y otras técnicas de supervivencia delictiva; los okupas, alternativos, ácratas y antisistema varios, englobados en el término de «perroflautas»... Para los miembros de los cuerpos de seguridad, todos esos colectivos son fuente de problemas. Son gente que les complica la vida, que les genera malestar, que les obliga en algunas ocasiones a emplear la violencia. Mientras en muchos barrios, las fuerzas de orden son percibidas como ayudantes al servicio de la ciudadanía, como gente amable que «te protege», en el Raval hay muchísima gente que los vive al contrario: como amenazantes agentes de control que están ahí para perseguir y reprimir. Como es de suponer, la «agradable» relación entre protectores y vecinos de la mayoría de los barrios, en el Raval es más bien una relación entre colectivos que se crean problemas de forma casi constante. Y claro, hay agentes que pueden llegar a sentirse, no entre ciudadanos, sino entre «chusma» molesta. 

4.- En todas las fuerzas de orden acaban entrando indivíduos a los que les cabe el calificativo de «gorilones» que buscan una salida profesional estable. Precisamente para evitar esa entrada son los test psicológicos que se utilizan como filtro. Pero ya se sabe que no hay filtro perfecto. En cualquier caso, las experiencias de Argentina y Euzkadi deberían ser tenidas en cuenta. El Raval no es un territorio «normal» para un uniformado encargado de proteger a los ciudadanos. Su relación con gran número de sus protegidos está en muchos casos alterada e invertida. En un contexto así, no es extraño que acaben sucediéndose episodios en los que la ira acumulada se manifieste, incluso de la forma brutal que hemos presenciado todos en los vídeos de la calle Aurora. Debe haber depuración de responsabilidades, sin duda, pero no estaría de más que también se articulara un sistema de «recambios frecuentes», similar al de Euzkadi, para evitar que a algunos de los agentes les afectara de forma intensa esa especie de «síndorme del policía» en el que la ira va creciendo porque ve en sus protegidos a amenazantes «chusmas» que cada día le complican la vida. Los responsables deberían considerarlo.

martes, 15 de octubre de 2013

EL CAMPO TRAS LA BATALLA. Editorial del periódico "El Raval" de octubre 2013

Decíamos el mes pasado que con los datos publicados por la agencia tributaria, según los cuales más del 40% de las declaraciones de renta correspondían a sueldos menores de 1.000 euros, sumados al 25% de paro, la crisis podía darse por «completada»: se ha generado un empobrecimiento de las clases medias y bajas, se ha dejado a los sindicatos sin potencia negociadora, se ha reducido el estado hasta dejarlo «en los huesos» y se han recortado servicios sociales y libertades democráticas.  Dicho de otro modo, en el contexto mundial se ha «reubicado» a España y a los españoles hasta un nivel cercano a los antes llamados «países en vías de desarrollo» mucho más abajo del que la pretenciosa presencia en el G-20 podía aparentar.

Los datos publicados después de nuestro editorial del mes pasado, referidos a la pobreza y los suicidios (páginas centrales de nuestra edición de este mes) parecen describir el panorama tras la dura batalla: la pobreza alcanza niveles no vistos desde la dictadura y la desesperación de muchos españoles se refleja en los datos de suicididos (e intentos de suicidio) que alcanzan cifras propias de auténticos desastres naturales o grandes atentados terroristas.

No aparece dibujado todavía entre los datos publicados el aspecto más positivo de esta traumática  batalla vivida. Nos referimos a los miles, posiblemente cientos de miles, de ciudadanos movilizados que han decidido ponerse en marcha agrupándose en infinidad de organizaciones de base, asociaciones vecinales, movimientos sociales, agrupaciones gremiales y profesionales, corrientes de opinión, etc.(quizás la PAH sea la organización que más ha podido visibilizar y sirva como ejemplo de lo que decimos). El caso es que la crisis ha «despertado» a una ciudadanía adormecida en lo político, que dejaba hacer «autoconvencida» de que con presentarse ante las urnas cada cuatro años era suficiente para ejercer y defender sus derechos.

No se han publicado datos que ilustren este fenómeno porque no es demasiado visible, pero una observación atenta de los medios de comunicación y de las redes sociales es suficiente para descubrir que son innumerables las iniciativas orientadas a la movilización, organización y desarrollo de respuestas ciudadanas que tratan de cohesionar un nuevo tejido social capaz de poner freno a los desmanes de una minoría que controla la política desde la ineficacia y, como se está viendo, la economía desde la corrupción.

Este nuevo tejido social se está tejiendo en reuniones y asambleas, en centros cívicos y locales barriales, en ciudades y pueblos. No está listo. Está verde, incipiente, minoritario. Pero está trabajando con mucha motivación y la convicción de que es necesario que la ciudadanía tome las riendas que la misma Constitución le otorga como depositaria de la soberanía. 

Quizá porque ese tejido aún no está listo del todo o quizá porque no se ha encontrado el momento preciso,  lo cierto es que hay otro elemento que no aparece en los datos publicados.  Nos referimos ahora a un «run-run» que circula por bares y centros de trabajo, que aparece en conversaciones de terrazas, en reuniones familiares y, por supuesto, en las redes sociales. Un «run-run» que parece anunciar una gran movilización, contundente y catártica, en el momento en el que una «chispa» provoque la primera llama de lo que se espera sea la respuesta más masiva y trasnformadora desde la transición.

También es posible que ese «run-run» esté en la base de la intención de Gallardón al presentar un nuevo código penal que bien podría bautizarse como el «código bozal de Gallardón». Un nuevo código penal a todas luces innecesario que pone el énfasis en la penalización de la protesta ciudadana convirtiendo en delito de cárcel la «ocupación de entidades bancarias», por poner solo un ejemplo  ilustrador del talante del nuevo código. Seguiremos atentos.

martes, 24 de septiembre de 2013

Otro diagnostico del problema eléctrico.El País, 15 de septiembre 2013. Este artículo lo firman: Martín Gallego Málaga, Jorge Fabra Utray, y también Alberto Carbajo Josa, Francisco Maciá Tomas y Gerardo Novales Montaner. Todos los firmantes han ocupado puestos de responsabilidad en el Ministerio de Energía, la Comisión de la Energía y el Operador del Sistema Eléctrico.


El sector de la energía, y especialmente el eléctrico, adolece en casi todo el mundo de insuficiente competencia por su carácter oligopolístico: (1) los precios no los determina solo el mercado, sino que también dependen del poder económico y de la influencia que un número reducido de empresas pueda ejercer sobre la Administración pública que determine sus remuneraciones. Este proceso se manifiesta de forma acentuada en España con el comportamiento durante la crisis del precio de la electricidad, que se ha elevado desde 2006, según Eurostat, un 60% para los consumidores industriales y un 88% para los domésticos, en contraste con otros sectores como la alimentación o las telecomunicaciones en los que la mayor competencia les ha forzado a reducirlos. Se ha llegado así en 2012 a una situación (2) en la que el precio de la electricidad supera en España  la media de la UE-27 en un 32% para el consumo domestico y en un 21% para el industrial.

No es por ello extraño que las empresas energéticas españolas hayan estado y estén en el punto de mira de inversores nacionales o extranjeros, atraídos por esa relativa facilidad para obtener beneficios en España. De las cinco eléctricas de la patronal UNESA, tres han pasado a ser propiedad de empresas extranjeras. Otro tanto ha sucedido con dos de las tres grandes petroleras españolas. Los consumidores españoles han incurrido además, sin ser conscientes de ello, en una deuda o “déficit tarifario” de 27.000 millones de euros con las eléctricas, convertida en un serio problema financiero que gravita sobre el riesgo país. Las consecuencias de estos hechos son letales, tanto para las familias, que ven reducida su renta disponible, como para la competitividad de la industria española. Esta grave situación requiere un esfuerzo institucional para analizar los mecanismos que permiten a las empresas eléctricas disfrutar de una mejor vida económica a costa de empeorar la de los ciudadanos y empresas de este país. Para ello, hay que recuperar la memoria que afortunadamente custodia las causas del déficit tarifario, consecuencia de algunas de las reglas que rigen el sistema eléctrico español.

El relato dominante, difundido por las cinco eléctricas, debe ser depurado de numerosos inductores semánticos y de la ingeniería contable regulatoria, que distorsionan un diagnostico acertado. Muchas personas con conocimientos y experiencia del sector pensamos que en realidad no existe un déficit tarifario eléctrico, sino un “superávit de retribuciones reconocidas”. El desbalance final es el mismo, pero la consecuencia es que no hay que aumentar las tarifas, sino reducir los ingresos a las centrales hidroeléctricas y nucleares, que superan los que la regulación les reconoció cuando realizaron sus inversiones. Además, hay un orden arbitrario en el reparto de los ingresos por venta de electricidad. Primero se retribuye a las centrales convencionales la energía producida y sus costes regulados, mientras que las renovables se liquidan luego (absurda, pero interesadamente) junto con el transporte y la distribución. Por eso una recaudación insuficiente genera un déficit que, contablemente, aparece asociado a las renovables, aunque haya sido producido por la sobrerretribución a hidroeléctricas y nucleares.

Tampoco es cierto que el precio de la electricidad se establezca libremente en el mercado spot y que el Gobierno solo actúe en los costes regulados de los peajes. En realidad, todas las actividades están reguladas, empezando por la energía que no se paga al precio del mercado spot, sino al precio —un 15% mas e1evado— de unas subastas reguladas que fijan las tarifas de último recurso que pagan 22 millones de hogares y que, indirectamente, determinan el precio al resto de los consumidores. Las energías renovables tampoco son las únicas que perciben pagos regulados (aunque solo en ellas reciben el peyorativo nombre de primas). De hecho, los han percibido todas las demás centrales bajo diferentes denominaciones: “incentivos a la inversión”, “pagos por disponibi1idad”, “costes extrapeninsulares” y las compensaciones por “costes de transición a la competencia (CTC)”. El importe de todo lo percibido por las denominadas actividades liberalizadas supera ampliamente al de las renovables.

El relato que difunden las eléctricas induce diagnósticos y planteamientos equivocados no solo a los reguladores, sino a las empresas consumidoras de electricidad. Así, el presidente de la CEOE ha intervenido en el debate señalando que “la energía nuclear es buena, bonita y barata” (para alegría de las cinco eléctricas que pertenecen a esa organización). No se ha enterado de que el menor coste nuclear y de las hidroeléctricas (todavía más buenas, bonitas y baratas) no se traspasa a los precios que pagan por la electricidad las restantes 1.999.995 empresas de la CEOE, muy superiores a los de sus competidores europeos. Esos dos millones de empresas tendrían que preguntarse por qué tienen que pagar al coste mas elevado de las centrales de gas la “energía barata” producida en las centrales hidroeléctricas y nucleares cuando los propietarios han recuperado ampliamente su inversión a través de diversas retribuciones pagadas por dichas empresas. El resto de los ciudadanos, indignados también por pagar las tarifas domésticas más altas de Europa, (3) deberían saber que también se debe a la sobrerretribución hidroeléctrica y nuclear. Volver a pagar los precios originarios que las eléctricas consideraron suficientes para acometer sus inversiones restituiría, en la terminología del Gobierno una “rentabilidad razonable” para hidroeléctricas y nucleares que nadie podría objetar.

El mercado spot puede ser un mecanismo eficiente para determinar la producción de las distintas centrales. Pero ello no implica que todas ellas deban remunerarse al precio de un mercado que es ajeno a las normas existentes cuando se construyeron y a sus costes remanentes. El mecanismo de remuneración actual debe modificarse para eliminar efectos paradójicos y perversos. Algunos ejemplos: si todas las centrales en España fueran de gas (las de mayor coste variable), el precio de mercado seguiría siendo el mismo, a pesar de que los costes serian muy superiores a los del mix actual, que incluye centrales hidráulicas y nucleares, de costes muy inferiores. Por la misma razón, si se cerraran las centrales nucleares o si, por el contrario, se prolongara su vida otros 20 años, el precio de mercado apenas variaría, aunque en ambos escenarios el coste del suministro seria bien distinto.

Siempre que se han cambiado las remuneraciones, todos los gobiernos han sido muy escrupulosos para que las empresas recuperaran las inversiones realizadas. Sucedió con la parada nuclear hace 30 años y en 1997 con las centrales existentes al entrar en vigor la Ley del Sistema Eléctrico. En ambos casos, los perceptores eran las eléctricas de UNESA. En cambio, este principio se ha conculcado con los recortes a las renovables. Sus inversores, especialmente los solares —que no pertenecen a UNESA— se sienten estafados por el BOE, porque ha incumplido, incluso retroactivamente, normas anteriores publicadas en el mismo BOE que establecían la remuneración que les indujo a invertir. Este tratamiento tan asimétrico se acentúa en el caso de los CTC. Las cinco eléctricas deberían haber dejado de percibirlos en 2005 al alcanzarse el importe máximo contemplado en la ley (“Si el coste resultara superior a 36 euros/MWh, este exceso deducirá del importe pendiente de compensación”). Como dichas deducciones no se han seguido verificando (contra las recomendaciones del Libro Blanco encargado a un grupo de expertos en 2005), las eléctricas han ingresado adicionalmente de forma inesperada un importe considerable que computa en el déficit. (4) Sin embargo, cuando surgió la posibilidad de proceder a una más que razonable quita del déficit, las eléctricas se adelantaron, logrando titulizarlo con el aval del Estado e impidiendo la quita.

En las medidas aprobadas el pasado julio, el Gobierno ha preferido, de nuevo, hacer pagar el desbalance a los consumidores, a los contribuyentes y a las renovables (que han visto reducidos sus ingresos, mientras se mantenía la sobrerremuneración hidroeléctrica y nuclear) sin contemplar siquiera la revisión final de los CTC prevista en el Protocolo de 1997. Un sector tan regulado y con un déficit tan cuestionable no puede continuar con la opacidad existente en sus costes reconocidos y en la distribución de ingresos entre los agentes del sector. (5) Es inexcusable implantar una transparencia que, partiendo de una auditoria del conjunto del sistema regulatorio, vaya mas allá de las cuentas de las empresas, para restaurar la confianza perdida y servir de base a la reforma regulatoria que sigue pendiente ….  porque lo hecho no es reforma alguna, sino más de lo mismo. Además, si existiera algún riesgo de que, (6) como advirtió en Nueva York el presidente de Iberdrola el pasado mayo, las eléctricas pudieran terminar como las cajas, seria preferible que se conociera con la mayor antelación posible.
El Gobierno puede autocomplacerse explicando su no-reforma energética y atreverse a adoptar unas —pero no otras— medidas. Lo que no puede es evitar sus consecuencias negativas sobre la política energética que requiere el país en este momento: conseguir un abastecimiento energético a un menor precio que reduzca la dependencia exterior, minimice el impacto ambiental y promueva un desarrollo industrial que cree empleo de calidad. Todo ello puede conseguirse dejando de reconocer sobrerremuneraciones inadecuadas y apoyando de forma inteligente el desarrollo industrial de las renovables, uno de los pocos sectores internacionalmente competitivos en los que España tiene ventaja comparativa y que va a suponer, según Bloomberg, el 70% de las inversiones en nuevas centrales en todo el mundo hasta 2030. Basta con hacer prevalecer el interés general sobre los intereses —por poderosos que estos parezcan— de unas pocas empresas.

viernes, 13 de septiembre de 2013

LA DIADA: "Catalunya no se merece este drama". Artículo de Antón Losada en el periódico de Catalunya (13-9-2013)

La política es el arte de lo posible. Debe servir para resolver problemas. En España se ha convertido hace tiempo en la melancolía de lo imposible. Parece que solo vale para agrandar los problemas. Aquí rara vez se buscan soluciones. Nos pone más andar a la caza de culpables. La gente sale a la calle a pedir lo que quiere, pero le tiran la ley a la cabeza. La ciudadanía sale a la carretera a reclamar que se ocupen de sus demandas, pero medios y políticos responden con especulaciones sobre expectativas electorales, el look de los manifestantes o el verdadero alcance de los sentimientos de quienes fueron y quienes no acudieron.

Resulta insoportable ver y oír como se habla de los catalanes igual que si fuesen meros figurantes en una superproducción dirigida por Rajoy, Mas o Junqueras. O van manipulados, o engañados o porque no se enteran. A ver si nos vamos enterando de que la gente no es tonta, sabe lo que quiere y acostumbra a pedir lo que quiere. Se llama democracia. Funciona en muchas partes del mundo con absoluta normalidad y sin romper nada.

Resulta irritante escuchar inflamadas disertaciones sobre la inquebrantable soberanía del pueblo español y la sacrosanta unidad constitucional a los mismos actores que emplearon una tarde y un café para cambiar la Constitución de 1978, elevando a principio constitucional algo tan peligroso como el equilibrio presupuestario. Si el Eurogrupo tiene un problema con nuestra Constitución, se reforma antes del amanecer. Si millones de catalanes demandan cambios, se quedan a un paso de que les apliquen el Código Penal.

Catalunya quiere votar y decidir. Hay que estar muy ciego para no verlo. Oponerse a una demanda tan clara y mayoritaria es perder el tiempo o invocar la desgracia. Cuanto antes hable la gente, antes dejaremos de hacernos daño.

domingo, 8 de septiembre de 2013

"La crisis...¿ha terminado?" Editorial periódico "El Raval" de septiembre 2013

Prácticamente desde que empezó la crisis hemos oído hablar de «brotes verdes» o de indicadores positivos que parecen anunciar que la situación puede empezar a mejorar. Y como en el cuento del lobo, todo eso no ha hecho más que conseguir que todos desconfiemos de los analistas y de esas espectativas de mejora. De hecho, la idea general es que la crisis es un periodo de tiempo más o menos largo en el que la economía atraviesa por un mal momento y que, terminado ese periodo, las cosas volverán a ser como antes. Pero puede que la crisis no sea una etapa de «vacas flacas» que precede a otro de «vacas gordas» sino más bien una re-estructuración social que dejará en el país una situación social distinta y permanente, una situación no deseable y casi impensable al comienzo de este nuevo siglo.

Este verano, cuando toda la atención estaba centrada en los asuntos turbios del PP, las revelaciones de Bárcenas y la comparecencia de Rajoy en el Parlamento se publicó un dato que ha pasado casi inadvertido y que puede ser el que verdaderamente anuncie el final de la crisis. Aunque un final sin el «retorno a los buenos tiempos» que a todos nos gustaría. El dato en cuestión se refería a las declaraciones de la renta de los españoles: más del 40% de las declaraciones correspondían a sueldos inferiores a los 1.000 euros.
Si consideramos que aproximadamente un 25% de los españoles en edad de trabajar están en paro y le sumamos que, de quienes trabajan, más de un 40% ingresa menos de 1.000 euros mensuales, tenemos un panorama muy claro: En España, dos de cada tres personas en edad de trabajar cobran 1.000 o menos euros mensuales.

Si relacionamos este nivel de ingresos con los precios de alquileres y/o hipotecas, con las tarifas básicas (electricidad, agua, gas, comunicación y transporte) y con los precios de los productos de consumo de primera necesidad (alimentos, medicamentos, vestido y calzado) las cuentas quedan completas.

Con estos datos a nadie pueden sorprender  las noticias que hablan de bajada en el número de hipotecas contratadas, de coches nuevos matriculados, de ventas en los comercios, etc. Dos tercios de la población tiene ingresos que apenas alcanzan para sobrevivir dignamente. De hecho, solo la economía sumergida, la aportación de los jubilados en el mantenimiento de sus familias y la ayuda de entidades solidarias permiten entender las claves de la vida cotidiana de una gran parte de los españoles.

Hace ya años advertíamos que la evolución económica de un mundo globalizado no iba a permitir la «opulenta» vida de los europeos. Los países emergentes querían su parte del pastel y apostaban con una enorme fuerza laboral dispuesta a cobrar sueldos mucho menores. Por otra parte, en un mundo capitalista que tiene en el consumo su motor, la riqueza de los europeos les convertía en una de las regiones líderes, pero el aumento de la capacidad de consumo de los países emergentes  también amenazaba ese status europeo. Desde una óptica globalizada, era evidente que había de llegar un «reajuste». Y llegó la crisis.
España y otros países europeos, han sufrido este ajuste de manera especial. Los gobiernos de derecha, que controlan estos años la mayoría de las instituciones nacionales e internacionales de Europa, se han encargado de hacer que el reajuste afecte sobre todo a las capas sociales más  bajas. Un buen ejemplo son las maniobras del PP. La reforma laboral, el rescate a la Banca, los recortes en sanidad y educación... no son más que la forma de hacer recaer el peso de la crisis en las clases medias y bajas. Mientras tanto, los indicadores del lujo (coches de alta gama, joyas, etc) apenas se han visto afectados por la crisis.

Ojalá nos equivoquemos y la crisis sea solo un estado transitorio hasta retornar a la «normalidad» de hace algunos años. Pero nos tememos que la crisis ya está «completada» y lo que viene a continuación es un «laaaaargo» periodo de estabilidad en la pobreza de la mayoría y la opulencia de una minoría privilegiada que controla los resortes del poder en defensa de sus intereses.

"El Raval" septiembre 2013. Número 233

lunes, 2 de septiembre de 2013

"Siria y la obscenidad moral". Artículo de Olga Rodriguez publicado por "el diario.es"

Se habla de una inminente intervención militar en Siria. Hay quien lamenta que no se haya producido antes, que Estados Unidos y sus aliados no “reaccionaran” hasta ahora. No ha sido desinterés, sino más bien una apuesta estratégica calculada. 
Desde hace más de dos años Rusia e Irán apoyan militarmente al régimen sirio. A su vez, diversas potencias occidentales, así como sus aliados en Oriente Medio, intervienen en Siria de forma más o menos subterránea, proporcionando armas e información de inteligencia a los rebeldes. Francia y Estados Unidos, entre otros, han suministrado ayuda militar a los grupos armados de la oposición. La CIA y los servicios secretos británicos trabajan en el terreno apoyando a los rebeldes sirios y aconsejando a los países del Golfo sobre los grupos a los que deben armar.
El material bélico facilitado a los rebeldes que luchan contra Assad ha llegado principalmente a través de los países del Golfo y Turquía, y ha sido medido con precisión desde 2011, para que estos no dispusieran de armamento pesado. De este modo los ‘rebeldes’ han podido herir pero no tumbar el gobierno de Assad; han contado con capacidad suficiente para resistir pero no para vencer. Y así, el conflicto se ha mantenido en un nivel que permite a ambos bandos sobrevivir, desgastándose. Es el punto muerto, la situación indefinida que hasta ahora ha convenido a algunos actores internacionales involucrados de un modo u otro en el conflicto. 
No es algo nuevo. En los años ochenta, cuando estalló la guerra entre Irán e Irak, Washington proporcionó apoyo, armas e información militar a Bagdad, y de hecho Sadam Hussein empleó gas sarín estadounidense contra población iraní y kurda. Pero en una estrategia de doble juego EEUU también facilitó secretamente armamento a Irán entre 1985 y 1987 a través de una red de tráfico de armas estadounideses e israelíes organizada por la CIA.
Con los beneficios de ese negocio, Washington apoyó a la Contra nicaragüense y a la guerrilla afgana que luchaba contra las tropas soviéticas en Afganistán. La operación fue conocida con el nombre de “Irangate”. De este modo Estados Unidos contribuyó a la prolongación de la guerra entre Bagdad y Teherán, con el propósito de desgastar a dos países estratégicos y con petróleo y de dejarlos fuera de juego. Si ambos perdían, Washington ganaba.

La búsqueda de una partida de ajedrez en tablas 

En el caso sirio se considera que si algún bando gana, Estados Unidos pierde (y con él, Israel). Es la premisa aceptada en ciertos círculos políticos y diplomáticos occidentales. Por eso se ha apostado por la guerra del desgaste, por el punto muerto, por una situación indefinida. Ahora que Assad había tomado ventaja con respecto a sus enemigos, la comunidad occidental anuncia un nuevo nivel de intervención en Siria. 
Así lo expresaba esta semana, sin pudor alguno, Edward Luttwak, del Center for Strategic and International Studies, en un artículo publicado en The New York Times:
“Un resultado decisivo para cualquier bando sería inaceptable para Estados Unidos. Una restauración del régimen de Assad respaldado por Irán aumentaría el poder y el estatus de Irán en todo Oriente Medio, mientras que una victoria de los rebeldes, dominados por las facciones extremistas, inaguraría otra oleada de terrorismo de Al Qaeda.
Solo hay un resultado que puede favorecer posiblemente a Estados Unidos: el escenario indefinido. Manteniendo al Ejército de Assad y a sus aliados, Irán y Hezbolá, en una guerra contra luchadores extremistas alineados a Al Qaeda, cuatro enemigos de Washington estarán envueltos en una guerra entre sí mismos...”.

La espuma de las intenciones reales 

Si viviéramos en un mundo idílico podríamos creer en la bondad de la política internacional. Las guerras serían esas misiones de paz de las que tanto hablan los dirigentes occidentales, y los gobiernos se moverían impulsados tan solo por la defensa de los intereses de los ciudadanos. Pero nuestro mundo dista mucho de ser idílico. 
La Historia, esa gran herramienta para analizar también nuestro presente, nos demuestra que a veces las versiones oficiales de un gobierno son solo la espuma de sus posiciones reales. Que detrás de posturas públicas aparentemente altruistas se esconden políticas ilegales y criminales. Que por debajo de los discursos oficiales en nombre de la defensa de los derechos humanos se mueven intereses económicos y geopolíticos. 
No hace falta rebuscar mucho para encontrar ejemplos: 
El apoyo de Estados Unidos a los golpes de Estado y a las dictaduras en la Latinoamérica de los años setenta; las mentiras para invadir y destrozar Irak, las excusas para invadir y ocupar Afganistán, la negación sistemática de crímenes de guerra, de asesinatos de civiles, la creación de centros de tortura diseminados por todo el mundo, la aceptación por parte de Europa de los vuelos de la CIA, el uso de aviones no tripulados -drones- para cometer asesinatos extrajudiciales, el empleo de uranio empobrecido, la venta a armas a gobiernos evidentemente dictatoriales y represores y así un largo etcétera. 
Casualmente esta misma semana la CIA reconocía algo ya sabido: Su papel detrás del golpe de Estado que en 1953 derrocó al primer ministro iraní Mohamed Mossadeq, elegido democráticamente y que había nacionalizado el petróleo iraní, hasta entonces explotado por Reino Unido principalmente. 
Recientemente también se ha hecho público un contrato por el que Estados Unidos facilitará bombas racimo a la monarquía absolutista de Arabia Saudí, que suministra armamento a los rebeldes sirios.

Los únicos árbitros 

Las potencias occidentales pretenden erigirse de nuevo como árbitro desinteresado al que hay que llamar cuando las cosas se ponen feas. Se presentan a sí mismas como “solucionadoras” de conflictos a través del uso de bombas y del impulso de operaciones militares aparentemente “limpias, justas y breves” (eso dijeron de Irak, cómo olvidarlo).
EE.UU y sus aliados no parecen dispuestos a esperar los informes de los inspectores de Naciones Unidas antes de atacar Siria, lo que sienta un peligroso precedente.
El régimen de Assad es responsable de represión, de miles de muertos, pero en este caso no se ha probado aún que sea el autor del ataque con armas químicas. Podría serlo, de hecho es uno de los seis países que no ha firmado la Convención de control de armas químicas (su vecino, Israel, no la ha ratificado).
Pero lo serio -y lo legal- sería esperar a las conclusiones de la ONU sobre el ataque y, tras ello, buscar otras opciones alternativas al lenguaje de las bombas. De lo contrario se estará apostando por una guerra nuevamente ilegal, que no contará con la aprobación del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Si hoy Washington y sus aliados actúan como "árbitros" para decidir si hay que atacar o no un país, mañana otra nación puede reivindicar el mismo "derecho". 

Las otras "obscenidades morales"

El  primer ministro británico, David Cameron, ha dicho que el ataque con armas químicas en Siria es algo “ absolutamente aborrecible e inadmisible”, el presidente francés François Hollande ha anunciado que “Francia castigará a los que han gaseado a inocentes” y el secretario de Estado estadouniense, John Kerry, ha afirmado que el uso de armas químicas es una obscenidad moral. 
Cabe preguntarse si el empleo de fósforo blanco en Faluya (Irak) por EE.UU no es una obscenidad moral ni un acto "aborrecible, inadmisible". Es legítimo plantearse si no sería pertinente, por tanto, castigar, tal y como Francia ha defendido, a los que han gaseado a inocentes, como Israel en Gaza o Estados Unidos en Faluya. 
Que hable de obscenidades morales un Estado que en tan solo la última década ha asesinado, herido, torturado, secuestrado o encerrado sin cargos a cientos de miles de personas es cuanto menos llamativo. Que potencias que legitiman secuestros, torturas, asesinatos extrajudiciales y cárceles como Guantánamo traten de erigirse una vez más como adalides de los derechos humanos y las libertades resulta un tanto delirante. Y que un Premio Nobel de la Paz vaya a apostar una vez más por la vía militar demuestra el marco orwelliano en el que nos hallamos. 
En medio del laberinto de intereses internos, regionales e internacionales se encuentra la población civil siria, castigada por la violencia, dentro de un conflicto del que también son responsables los actores regionales e internacionales implicados desde el inicio.
En estos dos últimos años, la guerra en Siria ha provocado 100.000 muertos y dos millones de refugiados, de los que más de un millón son niños. Pero parece que estas muertes y estos desplazados no eran hasta ahora una obscenidad moral. 
Hay muchas preguntas que no se están respondiendo:
¿De qué forma ayudarán las bombas occidentales a la población siria?
¿Cómo van a evitar víctimas civiles (teniendo en cuenta además los trágicos precedentes)?
¿Se ha valorado que una participación abierta de varios países en el conflicto podría elevar el nivel de confrontación en la región?
¿Cómo evitarán el empleo de más armas químicas en en el futuro?
Y después de esos dos días de ataques, ¿qué? ¿De nuevo la guerra de desgaste, el escenario indefinido, la intervención subterránea?
O por el contrario, ¿más bombardeos, más ataques, más guerra presentada, en pleno siglo XXI, como vía para la paz, mientras se da la espalda a otros caminos, a otras políticas?

martes, 2 de julio de 2013

"RAVAL CULTURAL" Editorial del periódico "El Raval" de Julio 2013

El pasado 6 de junio se presentó al barrio y a la ciudad el proyecto «Raval Cultural» con la presencia de una parte significativa de los representantes de las muchas entidades culturales, grandes y pequeñas, que tienen su sede en el Raval. Y esa presencia es la que da una pista clara de por dónde van las intenciones de este ambicioso proyecto: aglutinar bajo una misma «marca» todas las actividades culturales que tienen como sede este barrio tan especial.

Cuando en la primavera del año pasado se inauguró la nueva Filomoteca de Catalunya, ya anunciábamos que la concentración de grandes equipamientos en el Raval debería ser utilizada como una herramienta para el cambio definitivo de la imagen que del barrio tienen la mayoría de los vecinos de la ciudad. Poco después se empezaron a dar los primeros pasos con la firma de un convenio de colaboración entre grandes equipamientos que se ha ido viendo en la programación de ciclos y eventos compartidos por una o varias de estas grandes entidades. 

Pero tal como ha dicho en repetidas ocasiones la Regidora Mercé Homs (en una, a nuestro juicio, inspirada metáfora) en el Raval no existe solo un «bosque con grandes árboles», existe también un «sotobosque» formado por una tupida red de pequeños agentes culturales. Teatros de diferentes aforos y variadas propuestas, galerías de arte, locales en los que se programan regularmente actuaciones musicales, teatrales y poéticas, asociaciones culturales diversas, talleres artesanos, y por supuesto, un número creciente de artistas de todo tipo que han elegido el barrio del Raval como residencia y/o como base de operaciones.

Y nadie discutirá que este bosque de tan rico sotobosque no ha crecido en el Raval por pura casualidad. Nuestro barrio ofrece muchos elementos que, a modo de fértil suelo, ha propiciado el crecimiento potente de ese bosque extraordinario que ahora se pretende impulsar con el proyecto «Raval Cultural». El Raval ofrece su centralidad en la ciudad de Barcelona. Un elemento esencial. Ofrece también su importante patrimonio arquitectónico, en el que se ha escrito durante siglos la historia de los barceloneses y que ahora queda en piedra y lugares cargados de significación. Pero, sobre todas las cosas, el Raval ofrece la experiencia extraordinaria de sus habitantes.

El Raval ha sido, en las últimas décadas, barrio portuario al que arribaban marineros de todo el mundo, ha sido «barrio chino» con su ambiente canalla que siempre ha seducido a los residentes de otras zonas de la ciudad. Ha sido barrio de acogida en la gran oleada de inmigrantes procedentes de todos los rincones de España. Y ha sido barrio de acogida, de nuevo, de la gran oleada de inmigrantes llegados con el cambio de milenio.

Toda esa experincia humana ha cristalizado en un barrio multicultural pero no por eso alejado de sus raíces catalanas y barcelonesas. Un barrio modélico en la convivencia entre diferentes, que es la convivencia que se ha de valorar más. Un barrio tolerante como el espíritu mismo de la ciudad que le rodea. Un barrio dinámico y cambiante en el que todo ha ido evolucionando sin perder su particular personalidad. Y también un barrio emprendedor lleno de atrevimiento y talento.

Mostramos nuestros recelos con la modificación del Plan de Usos, pero hoy hemos de aplaudir con entusiasmo a la Regidora Homs, que desde el primer momenrto ha sabido entender la oportunidad que este «Raval Cultural» puede significar para el barrio y para sus habitantes. Su insistencia en la importancia de valorar tanto el «bosque de los grandes árboles como el rico sotobosque» nos parece plenamente acertado. Incluso nos consta que comprende perfectamente la importancia de ese «suelo ravalero» que ha fertilizado adecuadamente el espectacular «bosque cultural» que ahora tiene el Raval. Si se hacen las cosas adecuadamente, y no dudamos de que así será, el Raval dejará pronto de ser el barrio tenebroso, sucio y peligroso del imaginario de muchos barceloneses para convertirse en un foco de atractivo indudable. Y sin duda eso revertirá en dos aspectos fundamentales: en la mejora de las condiciones objetivas del vecindario y, lo que creemos aún más importante, en la visión cada día más orgullosa que de su barrio tienen los vecinos. Amén. 

domingo, 23 de junio de 2013

La injusticia no es "excelencia". Artículo de Ignacio Escolar Periodista Publicado en el Periódico de Catalunya el 23-6-2013

Recuerdan cuando Soraya Sáenz de Santamaría nos contó que en el 2013 aumentaba la partida para becas en los Presupuestos del Estado? Pues también en eso nos mintieron: no solo porque la letra pequeña decía justo lo contrario que la vicepresidenta, sino porque el ministro José Ignacio Wert está aplicando ahora un nuevo tijeretazo más. El Gobierno, con su neolengua habitual, disfraza este segundo recorte a las becas como un impulso a "la cultura del esfuerzo y la excelencia". En la práctica, esta "excelencia" consiste en que más de 50.000 jóvenes dejan la universidad porque no la pueden pagar.

Las becas no son para premiar a los buenos estudiantes: sirven para garantizar el derecho a la educación, que es la base de esa igualdad de oportunidades de la que habla la Constitución. Cuando el ministro eleva hasta el 6,5 la nota mínima para mantener una beca, está rompiendo esa igualdad porque exige a los estudiantes con menos recursos un esfuerzo extra que no se pide a los demás. La trampa está en que todos los estudiantes de la universidad pública están, en cierto modo, becados: el precio de la matrícula apenas cubre el 20% del coste de la carrera. Sin embargo, solo a los estudiantes de familias humildes se les pide "cultura del esfuerzo", ese extra de "excelencia" para poder estudiar.

Al revés que Robin Hood Las becas de Wert profundizan en un modelo educativo tremendamente injusto. La inversión en universidad pública suele ser de los gastos más regresivos del Estado del bienestar: las posibilidades que tiene el hijo de una familia de clase media baja de cursar estudios superiores son muchísimo menores que las de una persona nacida en una familia de clase alta o media alta. Como todos pagamos impuestos pero no todos los hogares pueden mandar a sus hijos a la universidad, en la práctica el modelo acaba siendo como Robin Hood pero al revés: quita el dinero a los pobres para dárselo a los ricos.

Por supuesto, la solución no pasa por privatizar la educación superior, sino por aumentar las becas para garantizar el acceso a la universidad pública. Con la crisis, las barreras de entrada han crecido y el recorte de Wert es otra losa más para miles de familias que ya están aplastadas por el paro y el desplome de los salarios. Según los cálculos de los rectores, el número de becados puede caer a la mitad.

Frente al tópico, no es cierto que sobren universitarios en España. El problema más grave de desempleo juvenil tiene que ver con ese cerca de millón de jóvenes españoles sin formación que abandonaron sus estudios durante el espejismo de la burbuja inmobiliaria. Expulsar a más jóvenes de la universidad solo agrava este problema, no lo resuelve. Por mucho que se vista de excelencia, es otra injusticia más.

lunes, 10 de junio de 2013

La «contrarreforma» clasista de la derecha. Editorial del periódico "El Raval" de junio 2013

El PP no perdió las elecciones del 14M de 2004 por el atentado terrorista de Madrid. Las perdió por mentir. Mintió en el caso «Prestige» (aún recordamos a Rajoy hablando de «unos hilillos») mintió en el caso Yakolev, mintió para meternos en una guerra (buscando armas de destrucción masiva que Aznar aseguró que se encontraban en Irak) y sobrepasó todos los límites mintiendo en los días posteriores al atentado del 11M. Y ahora, otra vez, miente. Ha mentido en todas sus promesas electorales. Miente en el caso Gurtel y miente en el caso Bárcenas (que es el caso más grave de financiación ilegal de un partido político desde la transición). Mentir es una de las señas de identidad de ese partido. Pero las mentiras constantes a los ciudadanos, con ser indignantes, no pueden ocultar lo que, a nuestro juicio, resulta más grave: el proceso de «contrarreforma» que está llevando a cabo en el país.

La «Reforma Laboral» fue el primer pilar de ese proceso. Con ella se desandaron décadas de logros laborales de los trabajadores. Y aunque pueda parecer que se trata de una reforma que básicamente recorta ingresos a los trabajadores, lo cierto es que se trata de otra cosa aún más hiriente. La Reforma Laboral del PP elimina definitivamente todo empleo «fijo» y genera un mercado laboral terrible que impide a cualquier trabajador hacer planes de futuro. ¿Cómo meterse en una hipoteca (en el improbable caso de que se consiguiera un crédito) si nos pueden echar cualquier día y por motivos más que cuestionables, con una indemnización mínima? ¿Cómo formar una familia, tener hijos... si cualquier día pasamos a ser uno de los seis millones de parados?. Mano de obra dócil y dispuesta a casi cualquier cosa.

Pero la Reforma no solo «roba el futuro» a los trabajadores, también deja a los sindicatos en una situación de debilidad extrema limitando sus posibilidades de negociación y defensa de los trabajadores.

El segundo pilar de la contrarreforma del PP es la Ley del ministro Wert que pone las bases para una educación diferenciada para las familias pobres y las familias que puedan pagarse un centro privado. Mientras se discuten algunos temas relacionados con los contenidos o las lenguas, la ley asegura que en un futuro «la chusma» se concentre en centros públicos muy poco dotados mientras las «familias bien» envían a sus hijos a centros con mejores resultados académicos que serán subvencionados en función de sus resultados, agrandando cada día la brecha entre unos y otros. En esta ley, la Iglesia obtendrá no solo la victoria de la asignatura de «religión» sino unas condiciones óptimas de subvención pública. Todo ello le garantiza el adoctrinamiento y la financiación que necesita para formar a los futuros cuadros dirigentes del país. El resto, mano de obra barata.

La privatización de la sanidad y las tasas judiciales son los pilares 3 y 4 de la contrarreforma: una sanidad para pobres con menos recursos y largas esperas y otra para quienes puedan pagarse mutuas privadas. Una justicia para pobres y otra para quienes puedan asumir los costes de apelaciones caras en tribunales colapsados y lentos hasta la desesperación.

El PP nos está llevando a su «modelo clasista» que desprende todo el aroma rancio de la España más conservadora. ¿Pero qué hacen los demás? 

El capote torero de CiU:  El capote es el instrumento con el que los toreros reciben a los toros cuando entran en la plaza con toda la furia. Con el capote se «sitúa» al toro furioso en «los terrenos» que convienen para aplicarles los puyazos, «hacerles la faena» y prepararles para la estocada. CiU, que ha aplicado en Catalunya políticas tan de derechas como las del PP ha sacado el «capote» del independentismo para colocar a la ciudadanía y a los partidos políticos catalanes en «los terrenos» que le convienen, aplacando la furia de la indignación y canalizándola hacia donde le hace menos daño. Y casi todos «han entrado al trapo».

La izquierda dividida: Mientras la derecha construye su contrarreforma, la izquierda se muestra titubeante y dividida. Los socialistas han perdido su credibilidad y difícilmente la recuperarán desde el liderazgo de Rubalcaba, atrincherado en el Parlamento, en el que se siente cómodo, pero muy alejado de la calle que le percibe más como parte del problema que de la solución. Izquierda Unida y los partidos de izquierda nacionalista/independentista mantienen un discurso más coherente pero no logran ser vistos como alternativa de gobierno. Ninguna de estas izquierdas, por separado, amenazan seriamente la mayoría de derechas. Ni en España ni en Catalunya.

Por otro lado, hay una izquierda no parlamentaria a la que podemos encuadrar en la etiqueta del 15M, aunque con muchos matices, que mientras no se articule de forma que pueda ser votada difícilmente frenará la contrarreforma en marcha. Eso sí, logrará algunas victorias morales. Pero la moral poco daño hace a la derecha en el poder. 

Por último, existe una  «izquierda ilustrada» que no aporta otra cosa que su vanidoso desprecio a todos los demás.

Mientras, el ciudadano de a pie sufre indignado esperando una reacción que no llega.

martes, 14 de mayo de 2013

"ELOGI DE LA TRANSPARÈNCIA: OPTICA I DEMOCRÀCIA" Itziar González Virós. Exregidora de Ciutat Vella


De tots els materials que com a arquitecta he utilitzat mai n'he trobat cap de més fascinant que el vidre. Una matèria que es deixa manipular quan està encara pastosa, rogent i calenta i que esdevé sòlida, fràgil i transparent quan es refreda. Però el que veritablament diferencia el vidre de la resta de materials constructius és la seva indestriable relació amb la llum. Ja sigui fent-se transparent i deixant-se travessar per ella, o ja sigui convertint-se en una massa sòlida per ser polida i esdevenir finalment una lent.

Potser per això l'òptica és la disciplina que em permet il·lustrar millor en aquest escrit el vincle essencial que, com passa entre la llum i el vidre, existeix entre la transparència i la democràcia. Així com el vidre polit de les lents ens va permetre veure i transformar la nostra visió, la transparència ens ha de permetre millorar i transformar l'estat de raquitisme i de mala salut de la nostra democràcia. És en els ambients tancats i foscos on nien els gèrmens de l'acció corrupta i la infecció. La mateixa història de l'urbanisme modern és deutora de la necessitat d'higiene, llum i ventilació per garantir la salut de les ciutats. A qui pot estranyar, doncs, que els ciutadans exigim una acció contundent a favor de la transparència, no només en les nostres administracions públiques, sinó en el conjunt d'organitzacions que col·laboren en la gestió per al finançament de les despeses públiques.

Hem de superar la democràcia representativa que actua com a mirall i ens emmiralla fent de làmina de plom sota vidre. La que no ens deixa anar més enllà de la imatge autocomplaent que formalment tenim un bon sistema de partits i una bona gestió de les administracions públiques. Hem d'anar més enllà de conformar-nos amb l'exigència d'informació. Hem d'aclarir que el que demanem és el dret inalienable del nostre accés a la informació. No són les dades l'objecte del nostre desig, sinó que és el poder-hi accedir i el poder auditar-les el que ha esdevingut el nostre veritable objectiu . Volem superar la societat de la informació i l'empatx i saturació que provoca de la nostra atenció de manera sistemàtica, pel dret a entrar dins la cambra més amagada on es cuina el destí de les nostres contribucions i propostes ciutadanes. Volem tenir lliure accés al sancta sanctorum en què s'han convertit els despatxos dels qui ens governen. Cal treure'ls de nou al carrer i exposar-los a la mirada propera de tots i totes nosaltres. Es tracta de tornar a donar valor a allò que es fa i allò que es diu en públic i davant dels altres. Perquè l'origen del veritable gest democràtic està en la coincidència de l'ètica d'unes creences fermes i l'estètica i les formes com les duus a terme i les fas visibles.

I és també per això, per la importància de portar a la llum el que passa dins la foscor, que parlo aquí d'òptica, una ciència que estudia les lleis del comportament de la llum i com les lents que ens poden acostar tant al que és immensament més gran que nosaltres (telescopis) com al que és immensament més petit (microscopi). Perquè ho volem veure tot! Volem situar la nostra lupa sobre els pressupostos i les certificacions d'obra, i volem, també, mirar a través dels nostres binocles l'arrel dels problemes i les injustícies mundials que ens porten fins a les nostres terres la notícia de la gran acció de despossessió massiva de drets i riquesa col·lectiva per part d'uns pocs. El nostre repte ara és saber combinar el disseny de polítiques públiques que facin visibles les reivindicacions i necessitats dels ciutadans, amb la capacitat de treure a la llum la impunitat de les pràctiques clientelars de la nostra cultura política. Clientelisme, corrupció i màfies són ara els tres nivells on es fa visible la mala salut de la nostra democràcia. Canviem, doncs, d'òptica i fem de la societat de la transparència el nostre objectiu comú.

lunes, 13 de mayo de 2013

"25 ZAPATOS EN EL BALCÓN". Articulo de Judit Carrera (Politóloga) publicado en "El País" el día 4-5-2013

Ciutat Vella es uno de los distritos con mayor diversidad, donde atacar a los extranjeros equivale a castigar a los pobres.

Ciutat Vella suele ser una caja de resonancia de problemas que afectan al conjunto de la ciudad de Barcelona. Por razones históricas y de centralidad geográfica y simbólica, cualquier debate sobre el distrito suscita vivas reacciones, como tras la reciente modificación de su Plan de Usos.

A priori, unos cambios que pretenden “equilibrar los usos residencial, comercial y turístico, mantener la masa residencial del distrito y evitar la especialización turística” deberían poder generar consenso entre distintos agentes sociales. El problema, como siempre, recae en los matices. Para unos, el plan favorece la creación de nuevos hoteles en un distrito que ya sufre una excesiva presión turística. Para otros, en cambio, conviene dinamizar la economía de un barrio cuyo principal problema sería la inmigración. Exceso de hoteles, para unos; exceso de extranjeros, para otros. ¿Son estos los problemas fundamentales de Ciutat Vella?

El turismo es una fuente indudable de actividad económica, pero es legítimo preguntarse por su impacto sobre el valor intangible de ese proyecto colectivo que es siempre una ciudad. También resulta complicado cuantificar el número sostenible de hoteles que un determinado espacio puede soportar. Sin embargo, parece razonable cuestionar los efectos sobre un barrio que, con el 4% de la superficie de la ciudad, acoge el 26% del total de camas hoteleras.

Al final, el argumento de la creación de empleo se agota si a medio plazo el sistema rompe el equilibrio que le ha permitido aflorar. Alguien debería escuchar las quejas de una parte del sector turístico ante la evidente tematización del centro histórico que, además de crear problemas prácticos, supone la destrucción de la complejidad de usos y poblaciones que garantiza el buen equilibrio entre forma física y salud democrática de una ciudad.

Que Ciutat Vella es uno de los distritos más diversos de Barcelona tampoco escapa a nadie. Pero cuando Alberto Fernández Díaz advierte de que si no se cambia el rumbo, la inmigración expulsará a la población autóctona del barrio y “cada vez habrá más extranjeros” está faltando a la verdad y cometiendo una irresponsabilidad. La inmigración internacional en Barcelona es un fenómeno reciente y de rápida implantación que nace de los años de bonanza económica, de manera que, con la crisis, se pone coto a la inmigración. Es verdad que algunos barrios de Ciutat Vella ostentan elevados índices de población extranjera, pero en vez de alimentar el estigma contra el diferente deberíamos preguntarnos cuáles son las claves para que, en una ciudad sin experiencia previa de inmigración global, 20 años de convivencia de tantas nacionalidades en un espacio reducido no hayan provocado ningún conflicto remarcable.

El argumento más plausible es la misma diversidad de comunidades existentes y el no predominio de ninguna, cosa que obligaría a negociar espacios y recursos en un marco común de convivencia. No se trata de promover una visión romántica de la diversidad cultural, sino de reconocer la realidad existente en nuestros barrios y entender, como hace el geógrafo Ash Amin en Tierra de extraños, que el extranjero no es un amigo ni un enemigo, sino un ser constitutivo de la condición humana en unas sociedades cada vez más plurales.

Pero ¿molestan los extranjeros por diferentes o por pobres? La inmigración es siempre un síntoma de la desigualdad del mundo y su concentración en determinados barrios tiene razones fundamentalmente económicas. Aquí, una vez más, la vivienda explica muchas cosas. En el Raval, por ejemplo, los pisos son más pequeños, más antiguos y mayoritariamente de alquiler, pero además el 60% de sus viviendas son ocupadas por seis o más personas, el doble que la media de la ciudad. Cada vez más, la pobreza en casas precarias y superpobladas empieza a ser visible en espacios fronterizos como el porche, la portería o el balcón donde, alguna noche, pueden llegar a contarse hasta 25 zapatos. Son síntomas de la exclusión social de un barrio que exhibe algunos de los peores valores en desempleo, el nivel de estudios o la esperanza de vida.

Así, en la mayoría de los casos, atacar a los extranjeros equivale a castigar a los pobres. El debate de fondo que plantea Ciutat Vella es, pues, la cuestión universal de la tensión entre raza y clase social.

martes, 7 de mayo de 2013

(Des)Banka. Manifest. Més informació en Desbanka.org

Manifest

Les finances són una eina fonamental de qualsevol economia moderna, però poden estar al servei d’una economia social i ambiental o bé, com és el cas actualment, al servei del lucre d’uns pocs.
Avui el poder financer capitalista imposa a nivell estatal i mundial polítiques neoliberals que estan portant cap a la liquidació del sector públic, de l´estat social i del medi ambient.
Qualsevol reivindicació de més justícia social o ambiental, democràcia i pau té al centre de la seva activitat la lluita contra el poder financer.
desBanka vol ser un espai de trobada de totes aquelles persones que:
  • lluiten contra qui fa negoci i especula amb el medi ambient, les armes, l’habitatge o els aliments.
  • volen acabar amb l’especulació financera i els paradisos fiscals.
  • qüestionen la legalitat i la legitimitat del deute.
  • reivindiquen una banca pública o promouen la banca i les finances socials, ètiques i solidàries.
  • s’oposen a les pràctiques fraudulentes o abusives, com les preferents o els swaps.
  • pateixen les conseqüències de la crisi financera.
Som la immensa majoria, però només ajuntant-nos podrem aconseguir imposar-nos a la minoria que, amb el control dels mitjans de comunicació i la subordinació de governs i cúpules de les forces polítiques majoritàries, domina l’economia mundial.
Us convidem a construir un ampli front contra el poder financer i lluitar com a ciutadanes i ciutadans:
  • Exigir responsabilitats a gestors, reguladors, auditors, taxadors, agències de qualificació i a tothom qui des de càrrecs de responsabilitat política hagi contribuït a convertir el deute privat en deute públic.
  • Exigir l’impagament del deute il·legítim i odiós, tot recolzant el treball que duu a terme la Plataforma Auditoria Ciutadana del Deute.
  • Oposar-nos a l’existència del banc dolent, destinat a assumir les pèrdues privades dels bancs que han rebut ajuts públics.
  • Exigir una nova regulació bancària que acabi amb abusos, vendes fraudulentes i antiètiques, així com amb la inversió en la indústria d’armament i amb l’especulació sobre aliments, recursos naturals, medi ambient i deute públic.
  • Canviar la injusta llei hipotecària assumint la ILP presentada per la PAH i les seves reivindicacions.
  • Posar fi a l’existència de sucursals i filials dels grups bancaris als paradisos fiscals que fan possible l’evasió i el frau fiscal, així com el rentat de diners de procedència delictiva i criminal.
  • Combatre l’especulació a curt termini majoritàriament efectuada des de paradisos fiscals, que suposen enormes beneficis per als especuladors i creen inestabilitat i crisi.
  • Acabar amb les retribucions milionàries i bonificacions per als consells bancaris i els executius, que representen un model de negoci i enriquiment a curt termini i castiguen les inversions productives i una economia basada en el bé comú.
I reivindiquem:
  • La constitució d’una banca pública, ètica i amb control social, que tingui com objectiu desenvolupar polítiques actives d’ocupació, benestar i redistribució.
    Els serveis financers hauriende constituir un bé públic i un dret social, des de la perspectiva d’una economia del bé comú.
  • La promoció social de valors ètics, socials i solidaris a la resta del sistema bancari.
JUNTES PODEM!

"El Raval" número 229. Mayo 2013

viernes, 3 de mayo de 2013

"CAMBIA EL PLAN DE USOS DE CIUTAT VELLA" Editorial del periódico "El Raval" de Mayo 2013

Hace poco más de dos años entró en vigor el anterior Plan de Usos. Fue una de las batallas de la Regidora Itziar González que pretendía poner coto a los abusos producidos, acabar con el fenómeno del «moobing» y racionalizar la presión turística para que no resultara asfixiante a los residentes. En el proceso de elaboración se empleó largo tiempo y mucha negociación hasta conseguir un amplio consenso que solo rompió el PP con su voto en contra y CiU con su abstención.

Durante la Diada de Sant Jordi de este año, con la ciudadanía atenta a las novedades editoriales y los regalos que marcan la tradición, el líder del PP en el Ayuntamiento de Barcelona compareció ante los medios para anunciar que los populares habían llegado a un acuerdo con el gobierno de CiU presidido por el alacalde Trías para modificar el Plan de Usos vigente, incorporando otros criterios que permitirían abrir nuevos hoteles en el perímetro de Ciutat Vella y en algunos edificios catalogados en el interior de los barrios. El acuerdo coincide con otro, menos publicitado por los medios, por el que se «desbloquean» importantes partidas destinadas a la inversión que hasta ese momento estaban pendientes por la falta de acuerdo en la aprobación de los presupuestos municipales de este año. (ver página 9 de este mismo periódico en la que se informa de este «desbloqueo» y la inversión prevista en la Plaça de la Gardunya). Dicho de otro modo: en el mismo día se anuncia el desbloqueo de fondos a nivel municipal y la modificación del Plan de Usos de Ciutat Vella. Y lo hace el líder del PP presentándolo como un aporte a la gobernabilidad de la ciudad. ¿Fué el Plan de Usos de Ciutat Vella la moneda de cambio?. Nadie ha dicho que fuera así, pero la coincidencia en los anuncios da que pensar. Y más todavía si quien sale a los medios, aprovechando la jornada de Sant Jordi, no es el alcalde de la ciudad sino el líder de su oposición por la derecha.

Pocos días después estaba convocada una reunión informativa de la Regidora del Distrito, la señora Mercé Homs, abierta a los vecinos. En la reunión, convocada en el Convent de Sant Agustí, llamaba la atención un hecho: entre los asistentes había muchos más empresarios que vecinos. Nada que ver con el público habitual de las Audiencias y Plenos del Distrito. Era evidente que lo presentado allí despertaba el interés de inversores y de profesionales del mundo hostelero. Por otra parte, tras el turno de la Regidora y la explicación, necesariamente escueta, de los técnicos del Distrito, llegaron las preguntas y en ellas se pudieron observar nuevos indicios significativos. Por ejemplo que muchos de los allí congregados conocían muy bien el Plan antes de ser explicado. En segundo lugar que los representantes de las asociaciones vecinales estaban claramente en contra de la modificación y que tanto los restauradores asociados como los empresarios de apartamentos turísticos veían el Plan con ciertos recelos.

En nuestra opinión, con este cambio del Plan se abre una «compuerta» que puede resultar muy difícil de controlar. Por ejemplo: se dice que los apartamentos turísticos tienen 6 años para agruparse en edificios enteros. Es decir, en un edificio hay, pongamos tres apartamentos, y en otros edificios hay dos, o uno, o cuatro. Ahora tienen un plazo de 6 años para agruparse en uno solo. Bien. La gran pregunta es ¿qué hay en los pisos no ocupados por apartamentos turísticos?. Imaginamos que vecinos. Si en seis años varios de esos apartamentos han de trasladarse a uno solo «para concentrarse en un edificio completo» ¿que pasará con los vecinos de ese edificio en el que se hará la concentración? Teniendo en cuenta que el plazo de los contratos de alquiler no supera los cinco años y que el plazo dado a los empresarios para concentrar sus apartamentos es de 6 años... pues es lógico temer que se volverán a producir subidas importantes de los alquileres (para «vaciar edificios») que podrían empujar el mercado al alza, y también es lógico temer que puedan aparecer nuevos casos de mobbing. El reciente caso del Bar Marsella puede ser entendido como un ejemplo de lo que tememos.

La subida generalizada de alquileres (que habrá que seguir atentamente cuando se publiquen los datos de la ciudad); el aumento de la presión turística en el centro que contrasta con los anuncios de Trías sobre sus esfuerzos en dirección contraria; el empobrecimiento del comercio de proximidad y la desaparición del comercio tradicional en favor de los comercios enfocados al turismo; y sobre todo la falta de protagonismo de los vecinos en todo este asunto, son los elementos que nos hacen expresar recelos ante la entrada en vigor (prevista para agosto) del Plan ahora presentado. 

lunes, 22 de abril de 2013

"LOS POBRES NO SON DE ESTE MUNDO" arTículo de Manuel Reyes Mate (filósofo) publicado en "El Periódico" del día 22-4-2013

Están, pero apenas si se les ve. Son legión, un ejército alimentado por el fracaso de las políticas en curso. Son los pobres, uno de cada cinco en España, según cuenta el INE. La pobreza se ceba entre los niños y los emigrantes, pero el empobrecimiento amenaza a todos, sobre todo a las clases medias. Es la realidad más despiadada, mucho más que el terrorismo o los accidentes de tráfico. Pero si son el síntoma del fracaso de un sistema económico y político, ¿por qué no pasa nada? ¿Por qué no se produce un estallido social? ¿Por qué los políticos siguen con sus rutinas, impotentes, indiferentes? Por mucho menos la política ha tirado del freno de alarma, la sociedad se ha echado a la calle, nos hemos conjurado todos, por ejemplo, contra el terror o contra la guerra.

Reconozcamos que los pobres nunca han pintado mucho. Marx, el agitador de los oprimidos modernos, les despreciaba descaradamente y solo tenía ojos para el proletariado. Este sí que le interesaba porque los proletarios eran los que movían las ruedas de la historia, mientras que los pobres, el lumpen, eran improductivos. La revolución proletaria que anunciaba pretendía traducir en poder político el poder real que los trabajadores ya tenían en el proceso de producción. A esa fiesta no estaban invitados los pobres que nada tenían y nada podían.

Hubo un tiempo en que sí se asomaron a la historia. Fue un momento fundacional, cuando Aristóteles, por primera vez, planteó la razón de ser de la política. Vivimos, decía, en una sociedad dividida en dos partes o partidos: los pobres y los ricos. La política consiste en encontrar reglas de convivencia aceptables para todos. Hasta ahí, todo claro. El problema, añadía, es que los ricos, que son los fuertes, quieren imponer sus leyes a los demás, pero son los pobres los que pueden pensar en formas universales, aceptables por todos, incluso por los ricos. Esto es lo que explica la dificultad y la grandeza de la política. Desde entonces no han levantado cabeza. Han cambiado las maneras, pero no las reglas.

Hoy como ayer manda la riqueza. Asociamos mérito al ser rico y culpa al ser pobre. Remitimos el destino del pobre al del rico, por eso se repite como un mantra la idea de que hay que adelgazar para salir del agujero y ser competitivo y así volver a los viejos buenos tiempos. Si les va bien a los ricos, irá bien a los pobres.

Lo que el sistema no soporta es que se actualice el concepto político de Aristóteles, es decir, que se privilegie el punto de vista del pobre y se vea la riqueza de los ricos como un proceso ligado al empobrecimiento de los pobres. ¡Qué horror si alguien llega a descubrir que la política nació no para fabricar ricos sino para no tener pobres! Si tenemos tan buena opinión de la riqueza y tan mala de la pobreza es porque las disociamos y nos hemos creído que la creación de riqueza acaba con la pobreza. Pero olvidamos entonces que contra ese cuento nació la política. Se acaba con la pobreza luchando contra ella y esto no suele conllevar la creación de grandes fortunas.

Dicen que no hay alternativa a la crisis. Para el caso de que fuera crónica, como vaticinan ya algunos, habría que buscarla, por si acaso. Hay algunas señales que merecen atención. Este Papa, llamado Francisco, está dando a entender que el epicentro de la humanidad es el pobre. Ahí es donde la humanidad está más amenazada pero también donde puede salvarse. A ver qué hace ahora. Óscar Romero, aquel obispo de San Salvador, asesinado por defender ideas que tan poco gustaban a Karol Wojtyla y a Joseph Ratzinger, decía que si se ocupaba de los pobres le jaleaban como santo, pero que si denunciaba las causas de la pobreza, le descalificaban por radical. Habrá que ver si Francisco prefiere la radicalidad a la santidad. Este gesto coincide con el que propone quien seguramente es el politólogo más importante de Europa desde hace varios lustros, Giorgio Agamben. El pensador italiano es el autor de un libro titulado franciscanamente Altisima pobreza. Reivindica a Francisco de Asís, alguien que vio bien la relación entre riqueza, derecho y violencia sobre el hombre y el mundo. La alternativa a ese mundo deshumanizado, que es el nuestro, tenía que pasar por la renuncia al derecho de propiedad referida a los bienes, al tiempo de uno y a la propia persona.

Hoy es difícil imaginar que eso sea una alternativa. No hay manera de desenredar todo el entramado legal que nos sostiene. Pero no es tanto un nuevo sistema lo que se propone cuanto una manera de vivir diferente. Otra manera de relacionarnos con los demás y con la naturaleza. Dice Agamben que ese cambio solo ocurrirá cuando hayamos probado con todas las demás fórmulas políticas. Habrá que ver si ya nos estamos acercando a ese momento crítico, justamente entre el fracaso de la política convencional y la estampida final.

martes, 16 de abril de 2013

"CUANDO ACABÓ LA CRISIS" Artículo de JJ MILLÁS



El día que acabó la crisis
Un buen día del año 2014 nos despertaremos y nos anunciarán que la crisis ha terminado. Correrán ríos de tinta escritos con nuestros dolores, celebrarán el fin de la pesadilla, nos harán creer que ha pasado el peligro aunque nos advertirán de que todavía hay síntomas de debilidad y que hay que ser muy prudentes para evitar recaídas.
 
Conseguirán que respiremos aliviados, que celebremos el acontecimiento, que depongamos la actitud crítica contra los poderes y nos prometerán que, poco a poco, volverá la tranquilidad a nuestras vidas.  Un buen día del año 2014, la crisis habrá terminado oficialmente y se nos quedará cara de bobos agradecidos, nos reprocharán nuestra desconfianza, darán por buenas las políticas de ajuste y volverán a dar cuerda al carrusel de la economía. Por supuesto, la crisis ecológica, la crisis del reparto desigual, la crisis de la imposibilidad de crecimiento infinito permanecerá intacta pero esa amenaza nunca ha sido publicada ni difundida y los que de verdad dominan el mundo habrán puesto punto final a esta crisis estafa —mitad realidad, mitad ficción—, cuyo origen es difícil de descifrar pero cuyos objetivos han sido claros y contundentes: hacernos retroceder 30 años en derechos y en salarios.  Un buen día del año 2014, cuando los salarios se hayan abaratado hasta límites tercermundistas; cuando el trabajo sea tan barato que deje de ser el factor determinante del producto; cuando hayan arrodillado a todas las profesiones para que sus saberes quepan en una nómina escuálida; cuando hayan amaestrado a la juventud en el arte de trabajar casi gratis; cuando dispongan de una reserva de millones de personas paradas dispuestas a ser polivalentes, desplazables y amoldables con tal de huir del infierno de la desesperación, entonces la crisis habrá terminado. Un buen día del año 2014, cuando los alumnos se hacinen en las aulas y se haya conseguido expulsar del sistema educativo a un 30% de los estudiantes sin dejar rastro visible de la hazaña; cuando la salud se compre y no se ofrezca; cuando nuestro estado de salud se parezca al de nuestra cuenta bancaria; cuando nos cobren por cada servicio, por cada derecho, por cada prestación; cuando las pensiones sean tardías y rácanas, cuando nos convenzan de que necesitamos seguros privados para garantizar nuestras vidas, entonces se habrá acabado la crisis.  Un buen día del año 2014, cuando hayan conseguido una nivelación a la baja de toda la estructura social y todos —excepto la cúpula puesta cuidadosamente a salvo en cada sector—, pisemos los charcos de la escasez o sintamos el aliento del miedo en nuestra espalda; cuando nos hayamos cansado de confrontarnos unos con otros y se hayan roto todos los puentes de la solidaridad, entonces nos anunciarán que la crisis ha terminado.   Nunca en tan poco tiempo se habrá conseguido tanto. Tan solo cinco años le han bastado para reducir a cenizas derechos que tardaron siglos en conquistarse y extenderse. Una devastación tan brutal del paisaje social solo se había conseguido en Europa a través de la guerra. Aunque, bien pensado, también en este caso ha sido el enemigo el que ha dictado las normas, la duración de los combates, la estrategia a seguir y las condiciones del armisticio. Por eso, no solo me preocupa cuándo saldremos de la crisis, sino cómo saldremos de ella. Su gran triunfo será no sólo hacernos más pobres y desiguales, sino también más cobardes y resignados ya que sin estos últimos ingredientes el terreno que tan fácilmente han ganado entraría nuevamente en disputa. De momento han dado marcha atrás al reloj de la historia y le han ganado 30 años a sus intereses. Ahora quedan los últimos retoques al nuevo marco social: un poco más de privatizaciones por aquí, un poco menos de gasto público por allá y voilà: su obra estará concluida.
 
Cuando el calendario marque cualquier día del año 2014, pero nuestras vidas hayan retrocedido hasta finales de los años setenta, decretarán el fin de la crisis y escucharemos por la radio las últimas condiciones de nuestra rendición.
 
 JUAN JOSÉ MILLÁS