Periódico "El Raval"

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domingo, 10 de abril de 2016

"Pérdida del sentido de la vida" Mª José Hernando. Columna de psicología del periódico "El Raval" de abril 2016

Hay distintos tipos de problemas psicológicos. Muchos son debidos a situaciones personales muy concretas con las que nos encontramos. Pero he comprobado en mi experiencia profesional que algunas personas se ven atrapadas en lo que yo llamaría «pérdida del sentido de la vida». Les explicaré.

La vida de cada persona es un proceso. Es una secuencia de acontecimientos que sigue una trayectoria, en principio, evolutiva. Un impulso profundo nos empuja a la mejora constante, a la evolución desde el mismo momento de nuestro nacimiento. Nacemos y la familia nos acoge, nos protege y nos empieza a transmitir los conocimientos y habilidades que habrán de servirnos en el futuro. Luego la escuela, los amigos,  todo el medio social, nos va conduciendo, integrando y encuadrando nuestra evolución. Por supuesto hablo en términos generales, pero permítanme hacerlo para explicar lo que quiero decir. Continúo... A medida que vamos creciendo y madurando tomamos decisiones que afectarán a nuestro futuro. Lo hacemos en los estudios, lo hacemos al elegir pareja, lo hacemos al elegir una profesión. Insisto, todo en términos generales.

Poco a poco, nuestra intención nos va impulsando en un sentido, en una dirección, en un proceso de evolución personal. En el camino encontramos dificultades, no hay duda de eso. Pero el sentido se mantiene, la dirección se mantiene. Vamos hacia alguna parte porque intuimos que será la dirección correcta.

Sin embargo, sin entrar en los motivos, lo cierto es que cada vez me encuentro con más personas que llegan a mi consulta y que, tras un tiempo de terapia, descubro que una parte importante de sus problemas psicológicos tienen que ver con la pérdida de ese sentido, de esa dirección en la vida.

Son personas que se sienten atrapadas en un punto que no evoluciona, que no avanza, que no les ayuda a mejorar. Un «presente tóxico», por llamarlo de algún modo, que se niega a dejarles marchar. Por supuesto, tal situación es hiriente, produce sufrimiento, confusión, angustia y algo que suelen llamar hastío. Bueno, en realidad emplean la expresión «estoy harta/o», y no encuentran la manera de salir de ahí. En no pocas ocasiones, encuentro casos en los que el problema concreto es distinto pero el «tipo de problema» es el mismo. Como un reloj de manecillas en el que las agujas avanzan pero acaban siempre llegando al mismo punto sin que encuentren la forma de evitar tan desdichado ciclo.

¿Dónde se perdió el sentido? ¿Quizás en la confusión deshumanizadora de los tiempos que vivimos en los que el dinero es la meta, el instrumento y la panacea de todos los males?. Quizás. Pero cada persona es un mundo y hay que tratarla desde esa individualidad. En estos temas, las generalizaciones confunden más que ayudan. 

"Refugiados. La vergúenza de Europa

Hemos querido reservar un pequeño espacio en esta columna para dedicarlo al tema de los refugiados porque, como a la mayoría de la población, nos parece una barbaridad y una vergüenza lo que se está haciendo con ellos. Podemos entender que haya sectores de la población que temen la llegada de un colectivo importante de personas de religión musulmana. Lo podríamos discutir, pero lo podemos entender. También podemos entender que, para algunas personas, con los niveles de paro que hay, la llegada masiva de refugiados puede experimentarse como una amenaza para las aspiraciones laborales. Es más que discutible, pero también lo podemos entender. Podemos entender que haya gente que recele de gente de otra cultura cuando llega en número tan grande. Nos parece un temor absurdo que también podríamos discutir... aunque podemos entenderlo también.

Pero la humanidad, transitando por situaciones terribles de guerra, injusticia y sufrimientos, llegó hace décadas a un compromiso firmado en el que se sintetizan todas esas experiencias en forma de acuerdos (y recalcamos que firmados) que pretenden acabar con las más flagrantes causas de la injusticia y el sufrimiento humano. Los derechos humanos no son discutibles. El derecho de quienes huyen de una guerra a ser refugiados, y por tanto protegidos y atendidos, no es discutible.

Negar el asilo a los refugiados de una guerra es una de las vilezas más inhumanas. Pero negociar con eso pagando a otro país para que se «haga cargo de ellos» es una vergüenza que nos negamos a asumir como propia. Si la «denegación de ayuda» es un delito, imaginen lo que es esta denegación de ayuda, a gran escala, de forma indiscriminada, con niños incluídos. No. Los que han acordado deportar a quienes buscan refugio no nos representan. No en nuestro nombre. No. Jamás podremos aceptar algo así. Esa no es la Europa a la que quisimos entrar. No. No. ¡¡¡NO!!!

Cumplimos 22 años

En abril de 1994 nadie pensaba que aquella modesta publicación barrial podría llegar tan lejos. Un grupo de voluntarios y un puñado de comerciantes comprometidos con el barrio hicieron posible el nacimiento de este periódico. Más de dos décadas después, «El Raval» es conocido por la inmensa mayoría de los vecinos, muchos de los cuales hasta se enfadan si tardamos un solo día más en llegar a los puntos habituales de distribución (que son más de 400 por todo el barrio). Así que para evitarlo, cumplimos con puntualidad británica nuestra cita en la primera semana de cada mes.

«El Raval» se ha convertido en el periódico de todos. Vecinos, comerciantes, instituciones y entidades encuentran en él un modesto pero eficaz medio de comunicación barrial. En estas páginas tienen sitio las pequeñas iniciativas vecinales y los grandes proyectos institucionales; las pequeñas muestras y las grandes exposiciones; las denuncias y las noticas más celebradas. La vida del Raval se refleja en sus páginas con tantos matices como la modestia de un periódico barrial permite.

Desde hace años, al llegar estas fechas, dedicamos nuestra columna «Editorial» al agradecimiento.

Primero a todos lo colaboradores y columnistas que mes a mes dedican una parte de su tiempo a escribir consejos médicos y psicológicos, a contarnos la historia de un barrio tan antíguo, a compartir eufóricamente su devoción por el Barça, a explicarnos las propuestas de sus partidos políticos, o ha enriquecer nuestras opiniones con las suyas desde la esquina o desde el instituto. 

Después, pero no menos importante, a todos lo anunciantes que deciden colaborar en la financiación del periódico, esa cuestión tan complicada que amenaza incluso la supervivencia de grandes medios de comunicación en papel.

Por supuesto a nuestros lectores. Porque ellos dan sentido a todo cuando recogen su ejemplar mensual, cuando nos hacen llegar aportaciones, denuncias, propuestas...

Y finalmente al barrio del Raval en su conjunto. Un barrio tan dinámico, tan vital, tan pujante, que genera contenidos mes tras mes para completar las 24 páginas (empezamos con 12) que a día de hoy tiene «El Raval». 

¡Muchas gracias! Este es un mes de celebración para todos. ¡Enhorabuena por vuestro periódico!

"El Raval" abril 2016. Número 264